/SEMIOLOGÍA/
Acerca de la fabulación
Dr. Lizardo Valdez
Médico psiquiatra-psicoanalista
Prof. Titular de Psicopatología
Facultad de Psicología - UDELAR.
Hace unos 30 años empezaba a recorrer mi formación
como psiquiatra en el hospital Vilardebó. Todo era sorpresa, mezcla de
miedo e interés. Pero no tanto miedo como el que sentíamos a diario por
los sucesos del mundo de los “cuerdos” y que penetraba y se sentía a
sus anchas en el clima persecutorio de las salas y pasillos del
hospital. Será por eso que nunca me llegaban a parecer demasiado
delirantes los pacientes con delirios persecutorios, ni demasiado
ajenas algunas vivencias melancólicas, y que mi rapport con los
psicóticos fue desde el comienzo bueno. Aprendimos desde dentro,
comprendiendo y compartiendo con los pacientes y viejos enfermeros lo
que no podíamos aprender de muchos, felizmente no de todos, nuestros
docentes de esa época.
Entre
las pacientes de la vieja sala 19 destacaba una negra gorda, de edad
indefinida, siempre dispuesta a dar una mano y que era de la total
confianza del personal de sala. Llevaba creo más de 20 años internada.
(No era raro en aquellos tiempos encontrarse con pacientes de 20, 30 o
más años de internación). Pascualina Sosa era su nombre.
Un
día la trajeron a clase y desde entonces quedé impactado y
fascinado. Esa mujer que parecía tan normal, nos contó que era
capitana, generala, reina y emperadora de una cantidad de pequeños
munditos, que nosotros éramos sus hijos angelitos y que nos tenía que
cuidar: tenía un delirio parafrénico. Años después siendo docente de
estudiantes de psicología la llevaba a las clases y siguió siendo el
asombro de varias generaciones. Era una paciente de libro, era un libro
en el que muchos aprendieron.
Que
interesante forma de delirio, que la mayor parte del tiempo no motivaba
conductas acorde a sus ideas, que lo creía con convicción, pero que no
lo defendía con pasión, ni lo ocultaba con reticencia y que cuando le
planteábamos objeciones, continuaba con un discurso fabulatorio sin
preocupación alguna por la coherencia y menos aún por tratarnos de
convencer. En esos momentos nos encontrábamos con una falsificación de
la memoria y con una reconstrucción retrospectiva de su propia historia.[i] Todo esto con una candorosa ingenuidad infantil.
Varios
años más tarde aprendiendo el trabajo interdisciplinario con el más
grande de mis maestros en ese ámbito el Prof. Carlos Mendilaharsu,
presentamos el curioso caso de un paciente al que se le había
practicado una lobotomía frontal izquierda luego de un accidente de
tránsito.[ii] Al aplicarle el relato de Barbizet [iii] para estudio de memoria, respondía con una extraña fabulación,
que no había sido observada por los compañeros del equipo que estaban
acostumbrados a aplicar el test. Pues este paciente no tenía un
trastorno de memoria, en la referida prueba: recordaba 15 items en la
evocación inmediata, 14 items luego de una hora y 11 items a la semana.
Vimos que ante la situación de prueba surgía un relleno
fabulatorio que no respondía a un déficit mnésico como
encontramos en el Korsakov[iv]
y otros síndromes korsakoideos, pero que el contenido de esta
fabulación no era casual y una escucha atenta lo podía relacionar
con su historia y con su conflictiva presente.
Concluíamos en esa época: “ la fabulación que aparece no responde a ninguno de los dos tipos señalados por Angelergues[v]:
no es ni el relleno del déficit mnésico, dado que prácticamente no hay
trastornos de memoria, ni está alimentado por un pensamiento
imaginativo con características místicas.” Y concluíamos: “ A la
luz de este material, pensamos que no se trata de una verdadera
fabulación sino que el contenido de la prueba tocó aspectos de su
mundo interno y este enriqueció la evocación diferida.”
Este
paciente, como tantos otros, cuya comprensión parecía cerrada con la
descripción y constatación de determinados fenómenos clínicos, se
amplió con nuevas preguntas en la medida que pudimos hacer un abordaje
interdisciplinario.
A
más de 20 años de aquel momento y coincidiendo con la posibilidad de
retomar el trabajo interdisciplinario “de verdad” a nivel
universitario, es que me planteo si no nos dejamos obnubilar por el
respeto a la palabra fabulación y los conocimientos aceptados tanto en
psiquiatría de adultos como en neurología sin considerar otros vértices
de abordaje del problema, como fuimos aprendiendo con nuestra
experiencia siguiendo a Bion.
No
me ha resultado sencillo encontrar bibliografía reciente en relación a
esta temática, si algunas acepciones algo diferentes del término
fabulación: por un lado aparece el término en un espacio cercano a la
mentira, mentira que la propia persona cree, se la usa también a veces
en el entorno de imaginación como función de la mente que logra desatar
ciertos vínculos con la realidad tanto en el terreno creativo como en
el patológico: fantasías histéricas, fabulación de los perversos,
fabulación de los niños sometidos a abusos sexuales, fabulación del
sind. de Muntchausen[vi], entre otros.
Me
interesó especialmente la vinculación del término con lo infantil y
recordé las respuestas fabuladas del niño a las que alude Piaget[vii],
cuando expone la técnica del método clínico crítico, donde señala que
son representaciones primarias de pensamiento que desaparecen en la
medida que el niño crece. Son raras después de los 7 años.
Esto
me llevó a preguntarme sobre el sentido y la intención de la
fabulación. Es algo automático que sigue caminos aleatorios ?, tiene
una intencionalidad conciente en el sentido del beneficio secundario ?
o podemos pensarla como un mecanismo de defensa inconsciente ante
dificultades de distinto tipo ?. Pienso que puede tratarse de una forma
de pensar autónoma que puede ser patológica o creativa según las
circunstancias y la actitud- receptividad del entorno.
Para pensar esto e intentar aclarar estas cuestiones, decidí volver a situaciones clínicas.
Hace
algunos años, me dicen que hay un paciente parafrénico en el Hospital
Musto, que es muy interesante para filmar para las clases. Le hago la
entrevista. Es un paciente de casi 70 años que no había tenido
internaciones previas y comienza a relatar con bastante coherencia un
delirio de claro tinte imaginativo y megalomaníaco.
Comienza diciendo: “Resulta que había una vez, en una tierra
lejana una mujer con una escoba…, que después era una bruja” y más
adelante dice ser hijo del Káiser de Alemania y que ha estudiado
varias carreras. Cuando se lo confronta con el dato que el mismo nos
dio que había nacido en un departamento del interior, no se inmuta y
dice:” pasa que en esa época el Káiser viajaba por todo el mundo” y
sigue con otros temas sin preocuparse de salvar la contradicción. Sin
embargo al preguntarle si estaba casado, se toma la cabeza y dice: “ No
me acuerdo, sabe que de eso no me acuerdo.” Este olvido tan selectivo,
que no correspondía con el falseamiento retrospectivo de la memoria, ni
era consecuencia de una amnesia de fijación que no existía, me llamó la
atención. En ese punto había algo del orden de la represión.
Efectivamente explorando su historia con terceros, encontramos que este
paciente había sido abandonado y dejado en una situación de indigencia
por su mujer e hija. A partir de ese momento había aparecido este
cuadro que tiene todas las características de la parafrenia, pero donde
resulta evidente que lo fabulatorio aparece como una defensa ante la
depresión, un rechazo de la realidad y la creación fabulatoria de una
nueva realidad, pero que deja una pequeña falla, una duda que delata la
represión, que no esperaríamos en un funcionamiento psicótico. Estas
elucubraciones diagnósticas no responden a un preciosismo semiológico,
sino que tienen repercusiones terapéuticas, aún dentro de un encare
puramente psiquiátrico. En un caso lo trataremos con neurolépticos y en
el otro con antidepresivos. Es la diferencia entre medicar con criterio
exclusivamente sintomático o psicopatológico.
Por
último quiero referir la historia de dos pacientes en los comienzos de
su adolescencia que me impresionaron por tener tendencia a la
fabulación y a la creación de un mundo fantástico que no llegó a tener
la fuerza de las convicciones delirantes.
Juan
de 13 años, consulta por problemas en el rendimiento liceal, pero
rápidamente deja de lado su preocupación académica y nos encontramos
con joven “raro”, que nos cuenta de su creencia en los fantasmas y
extraterrestres. Esto lo lleva a consumir libros y programas de
televisión sobre esas temáticas, pero en una actitud fundamentalmente
exploradora. Le pregunta a todos los que puede y en las circunstancias
más inapropiadas sobre esto, encontrando respuestas que oscilan entre
el rechazo y la burla que lo van marginando.
El
que yo como terapeuta, me tomara en serio estas investigaciones,
en lugar de interpretarlas como desplazamientos de otras cosas que
quería conocer, permitió que se sintiera más seguro y estos elementos
no quedaran clivados. Con el andar del tiempo estas temáticas fueron
desapareciendo, y aunque Juan siguió siendo “raro”, continuó con sus
estudios y se integró a una actividad deportiva en la que pudo
destacarse. De todas maneras ante situaciones que no podía manejar,
regresaba a esa forma de funcionamiento fabulatoria, casi etérea e
inasible donde se diluían los vínculos con la realidad pero sin
perderse totalmente. Se me hizo evidente que la fabulación tenía
características defensivas, pero a la vez era una forma de pensar
primitiva a la que recurría para tratar de explorar un mundo que por
momentos se le oscurecía y se le hacía incomprensible. Debo destacar
que la situación familiar era bastante compleja: padres separados,
narcisistas y abandónicos, demasiado poco atentos a los intereses y
necesidades de su hijo.
Pedro
de 14 años, consulta también por problemas en el rendimiento
liceal, el contacto con él es al comienzo difícil, tiene muchos
síntomas de la serie obsesiva y esquizoides. Cuando adquiere confianza
para ir más allá de los síntomas por los que consulta, plantea su
creencia en duendes y otras figuras de fábulas, pero con una
preocupación por saber sobre el tema y especialmente por saber mi
opinión sobre la posibilidad de otras vidas, de regresión al pasado,
etc. Se imagina que fue-es un habitante del medioevo, quizás un juglar.
Todo esto junto con una retracción social que lo llevó a abandonar el
liceo, me hizo temer que se tratara del comienzo de una esquizofrenia.
Pero al igual que el paciente anterior, nunca perdía del todo el
vínculo con la realidad y sobre todo se destacaba ese deseo de
investigar, de explorar, de saber, donde también le importaba mucho mi
opinión. De alguna forma me invitaba a investigar junto con él.
Aquí
también la fabulación tenía características defensivas, pero era
también una forma de pensar más primitiva, sobre todo en imágenes o en
música, donde el lenguaje oral era una atadura incómoda. Lo podía
seguir muy bien en el pensamiento en imágenes, no así en los aspectos
musicales donde mis conocimientos y habilidades están por debajo de la
línea del cero. Sin embargo esto no pareció importar, lo que le
importaba y sostenía era mi actitud de búsqueda conjunta, aún sin
entender o entendiendo poco. Lo que importaba es que lo tomara en serio
y estuviera ahí junto a él. Me di cuenta que importaba más la búsqueda
que emprendíamos juntos que el resultado: su realidad o verosimilitud.
Pedro
tiene y ha desarrollado una gran capacidad y originalidad creativa lo
que le ha permitido establecer vínculos sociales más sólidos, aunque
restringidos. Las situaciones fabulatorias fueron perdiendo intensidad,
hasta casi desaparecer, cuando las trae lo hace con un cariño ingenuo,
como al compañero de ruta necesario, al amigo imaginario pero en una
etapa mucho más tardía.
También
en su caso el soporte familiar es fallante y está presente desde la
primera entrevista el temor que sea igual a un familiar psicótico.
Estos
últimos casos me hicieron pensar en las teorías sexuales infantiles
como forma natural de investigación del mundo exterior. Que pasa con
este mecanismo después?
A
dónde van a parar las teorías sexuales infantiles? Son reprimidas, o
van desapareciendo como estas fabulaciones una vez cumplida su función,
dando lugar a una forma de pensamiento más evolucionado (?),
científico, pero sin lugar para lo nuevo, para lo creativo, pura
repetición de lo ya sabido.
Pienso
que muchas veces este tipo de pensamiento es una forma de lidiar
con lo fatal e irremediable, lo “genético” familiar, con su carga
inexorable de muerte y enfermedad mental, en medio de una familia que
al no poder escuchar lo nuevo, está obligada a repetir. Pienso también
que la mente del niño, especialmente cuando la carga familiar y o
traumática es muy grande, no alcanza para procesar y seguir explorando
el mundo tanto externo como interno y necesita especializar en el
contacto con el otro su aparato psíquico. Cuando el otro no está allí,
no hay lugar al vínculo estructurante, se recurre a menudo a lo
psicomotriz, una suerte de pensar en acto, que permita exploraciones
impensables, en ese espacio entre el cuerpo y el mundo exterior.
Cuando
por alguna razón, esta vía motriz está invalidada, quizás se recurra a
este mecanismo de la fabulación, que da una libertad e independencia de
las palabras, que no permite el pensamiento más evolucionado. Estos dos
pacientes habían tenido operaciones de evolución muy complicada, que
los marginaron durante varios años de los juegos motrices propios de se
edad.
Por
eso una escucha abierta, que pueda acompañar por los caminos de la
fabulación, desatándose de la realidad previsible, pero a la vez
responsable, no mera escucha vacía, puede ser la diferencia entre la
fabulación estructurante, exploradora de la realidad y el delirio que
estigmatiza y aliena. Estamos en una situación intermedia entre el
delirio y el como si del juego simbólico.
La actitud con que se mira y escucha la sintomatología, en muchas circunstancias determina el futuro de la psicopatología.
Quizás
los parafrénicos son sujetos que siguen explorando un mundo,
exploración a la que han renunciado los esquizofrénicos y se mantienen
repitiendo eternamente el sinsentido del sentido absoluto.
También
en nuestra disciplina los hay que repiten palabras que poco dicen de
los hombres y mujeres de los que pretenden dar cuenta y los hay que
crean fábulas para acercarse a la comprensión de algo que sólo es
posible en vínculo con otros.
“ No es difícil volar
lo difícil es iniciar el vuelo
tu que estás en el cielo
necesitas de alguien a tu lado
alguien a quien imitar y superar un día en lo alto.
Volarás por espacios misteriosos
A los que sólo se llega de a dos,
No me rechaces, trata de seguir el vuelo,
Aunque no creas que nuevos horizontes nos esperan.
(
De otro paciente, que compartía con los anteriores, la inhibición de lo
motriz y la persistencia del mecanismo fabulatorio en su adolescencia
tardía y hoy es un destacado profesional.)
BIBLIOGRAFÍA CITADA
[i] Pereira,C, Las parafrenias.
[ii] Flores,M.,
Valdez,L., Rosa, J., Pollak,A., Syrowicz,N y Mendilaharsu,C. presentado
en Congreso Argentino de Neuropsicología 1983.
[iii]
Barbizet,J y otros, Histoire du lion, (French 1965) citado en
Source book of geriatric assesment, Basel V1 pág. 67-68 y V2 pág.
5.
[iv] Ey, Henry, Tratado de psiquiatria
[v] Angelergues, L'homme psychique, Paris, Calmann - Lévy 1993
[vi] Armus,
M. y Morici, S, Una aproximación a los fenómenos subjetivos en juego en
el Sind. de Muntchausen por poder, www.sps.org.ar/munchhausen.htm
[vii] Mondragón,G., La exploración del pensamiento infantil. www. Unidad094.upn.m/revista/49/exploración.htm Xictli No 1 2003.