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Revista del Área de Psicopatología de la Facultad de Psicología de la UdelaR (Uruguay)

 

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FAMILIA/

                                                     

 

Los modelos del amor

                                  

Cristina Deberti

 

                                   “Las ideas se tienen, mientras que en las creencias se está”

                                                                                  J. Ortega y Gasset

 

 

            En una conferencia que brindara Alain Badiou (cit. Por R. Coler,  2004) en Buenos Aires, sobre el cine y la filosofía, sostiene que el AMOR es acontecimiento. Acontecimiento en el sentido de excepción, de lo que no es común, lo que sale de la continuidad…, o sea, una discontinuidad. Los humanos nos hemos ocupado y nos seguimos ocupando de que esa discontinuidad se torne continua, perdure en el tiempo. Y la forma de lograrlo, (se cree) es a través del matrimonio. Con una visión un tanto irónica, el autor Ricardo Coler afirma que el cine permite filmar milagros, que los milagros en el cine vienen como anillo al dedo, y que seguramente ese anillo , es un anillo de boda.

 

Ahora bien, días pasados (el 26 de noviembre de 2007), se cumplieron 65 años de uno de los films más taquilleros y paradigmáticos de la historia del cine romántico. Nos referimos a “CASABLANCA”. Una película romántica que fue filmada sin embargo a raíz de la Segunda Guerra Mundial , con un mensaje claramente político. Esta película fue elegida para figurar en el primer puesto de una nómina de los 100 mejores , o más populares films románticos, nada menos que por AFI (American Films Institute), organismo dedicado a la preservación y difusión de la industria cinematográfica internacional.

Recordemos que el film, debe su nombre al de la ciudad del Protectorado francés de Marruecos, en el que se dan cita los refugiados europeos, qué, escapados del nazismo, tramitan un permiso para viajar a Portugal y de allí a EEUU. El protagonista americano (Bogart), que dirige un “pub” nocturno, pasa de una actitud al comienzo de indiferencia, a involucrarse con la causa aliada. El encuentro con su ex amante ILSA (I. Bergman) y su esposo (Lazlo) jefe de la resistencia checoeslovaca, produce una serie de situaciones que enhebran lo político con el romance de un triángulo de personajes que pasará a la mejor historia del cine.

La intervención de Bogart hace que triunfe una acción de la resistencia, y el mensaje parecería ser el de subordinar las necesidades o deseos personales, a una causa colectiva común. Bogart renuncia así a la mujer amada, para que ella siga al jefe de la Resistencia, lugar que considera útil para la coyuntura política del momento.

Casablanca empezó a gestarse el 8 de diciembre de 1941, al día siguiente del ataque japonés contra Pearl Harbor y el mismo que los EEUU entraron en guerra. La oficina americana encargada de fomentar filmes que apoyaran la causa de los aliados, eligió el guión  porque entendió que “ayudaría a ganar la guerra” (www.infobae.com).

 

 

LA RENUNCIA

Un modelo entonces donde la renuncia es exponente máximo del amor. El sacrificio de los deseos propios en pos de una causa.

La misma renuncia vemos en otro film, este más cercano en el tiempo, pero ambientado en la década del 50 en los EEUU “Los puentes de Madison”, también refiere a un triángulo amoroso: Francesca (Meryl Streep) casada con un marido que le ha brindado seguridad en un matrimonio monótono y gris, pero con sentimientos nobles y perdurables de lealtad y generosidad durante más de una década. Hasta que un día irrumpe en su rutinaria vida, Robert (Clint Eastwood), fotógrafo itinerante con el cual vive 3 días de pasión. Un acontecimiento tambien, en el sentido de Badiou, en tanto implica una ruptura con la continuidad matrimonial, y produce efectos que serán transformadores de la vida interna de Francesca. Uno de los momentos si se quiere más emotivos del film, es ante la escena en que Robert la espera en el auto, y Francesca, en compañía de su esposo , totalmente ajeno a la situación, elige quedarse con su marido. Otra vez la renuncia, en este caso pensamos, por lealtad a un marido que ha sido generoso y buen padre, y a unos hijos, a los que el personaje de Francesca  alude en una frase cuasi winnicottiana: “yo debo permanecer quieta para que ellos puedan moverse y crecer”.

El modelo del amor que primaba en las décadas del 40, 50,  llamado por los historiadores el “Amor romántico”, se había gestado hacia fines del siglo XVIII con los ideales de la Revolución Francesa (Galende, p. 117), y glorificado en el siglo XIX por el Romanticismo. Se trata de la elección mutua de los amantes, como algo novedoso que tiende a romper con las desigualdades de clase, y las luchas de poder de las familias (montescos y capuletos) y de los intereses económicos. El amor romántico se consolida en la modernidad y sus ideales están enmarcados en la organización social de una sociedad patriarcal.

 

 

 

 Dice Galende:

 

 “ en lo formal, había un pretendiente, sólo a él le correspondía la capacidad de elegir socialmente a la novia. El noviazgo dependía de la aceptación de otro hombre (el padre de la novia) y su escenario solía ser la casa paterna, en la cual transcurrían las visitas formales a la novia. El “compromiso” era el que asumía el hombre de casarse con esa mujer, y quedaba simbolizado a través de los anillos que el novio compraba y ofrecía a la novia. El hombre asumía el compromiso de cuidar y proteger a la mujer, y ésta de guardarle fidelidad”.

 Era una unión para toda la vida, o sea, hasta que la muerte los separe.

 

“Cada época concibe de un modo particular, su modo estable, lo que supone es su normalidad. En la modernidad, en el mundo occidental, el modelo de pareja, la normalidad, fue la pareja que correspondía a la familia compuesta por las estipulaciones clásicas de la estructura de parentesco: papá, mamá, e hijos de esta pareja” (Moguillansky, R. p. 13)

 

 

 El movimiento feminista introducirá cambios enormes en este sentido, y la década del 60  marcará un giro de 180 grados en la historia del amor y la sexualidad.

En 1970 se estrena otra historia de amor, ésta calificada en el noveno lugar según la AFI, entre las 100 mejores películas románticas: Love Story.

Film de dudosa calidad, pero de gran aceptación popular, por reflejar los valores nacientes de una generación que se revelaba contra el statu quo de la época.  Protagonizada por Ryan O Neil (Oliver) y Ali Mac Graw (Jenny)cuenta la historia de Oliver, un joven y adinerado estudiante de Derecho, que se enamora de Jenny, (estudiante de música procedente de la clase media baja), generando sendos conflictos con la autoridad paterna quien no acepta la condición social de la elegida por su hijo.  Aquí parece que la consigna es otra que la de la renuncia al amor en pos de los otros: por el contrario, la pareja rompe relaciones con la autoridad paterna, con la iglesia católica y con los valores de la época respecto a  la sexualidad y los intereses económicos y sociales. Claro testimonio de una época de cuestionamientos a los tradicionales valores de la sociedad burguesa occidental. El mensaje aquí parece ser el de ser leales a los sentimientos genuinos y a la verdad propia, aunque se tenga que pagar caro por ello, y romper con lo establecido por la autoridad.

 Jenny afectada de una enfermedad incurable, morirá al poco tiempo de haberse casado con Oliver.  Este, devastado ante la pérdida “sabe” que no volverá a amar a otra mujer. Es el modelo del amor eterno, el que trasciende a la muerte.

 

La “media naranja

 

            Herencia de la modernidad, la ilusión de hallar al otro que nos complete, ha sido y es, fundante de los caminos de Eros en la actualidad. Ilusión insostenible pero a la cual no queremos ni podemos renunciar y que es fuente de esperanza de felicidad perdurable. A pesar de la frase popular de aparente aceptación que solemos escuchar en los consultorios “voy a ser feliz mientras dure”,  vemos que la posibilidad de ruptura de ese vínculo (que es un todo, un conjunto único creado por dos ilusionados con el ideal eterno de completud ), es impensable. Los enamorados creen estar hechos el uno para el otro, creen en la ilusión de tener la misma ilusión, se sienten buenos, bellos y perfectos, y el mundo que los rodea, por proyección, ha adquirido características similares. No escapan a nuestra lectura, los componentes narcisistas puestos en juego en este tipo de relación, a la vez, ubicada en el registro de lo imaginario, por lo tanto, fuente de equívocos, desilusiones y engaños. La unión es tan perfecta que no hacen falta palabras. Basta con mirarse para sentirse comprendidos. No se habla pero se supone, y se cree saber acerca del otro. Ese otro del cual nada sabemos.

            Por tanto, la creencia de hallar al otro semejante que nos complete para siempre, conforma una representación social que actualmente, está presente en la vida amorosa de los sujetos. 

           

Sin embargo, los divorcios, separaciones y desuniones, son cada vez más frecuentes y las personas quedan muchas veces paralizadas y desconcertadas  ante una situación que no habían podido siquiera imaginar en algún momento de sus vidas. Entonces, las parejas llegan al consultorio en busca de ayuda, sea para seguir juntos, sea para separarse , en definitiva, buscando el alivio que otorga la comprensión. Y esa comprensión pasa en parte, por entender al amor como un fenómeno complejo.

Citamos a Liliana Bracchi:  [2007, p. 26]

 “podríamos entender que el juntos para siempre , es una ilusión ligada a los orígenes, que sufre distintos destinos pero que, no define el amor. Entendemos el amor como complejidad, como diferencia, como posibilidad de tolerar la incertidumbre de la novedad.”

 Ella sostiene que estas representaciones sociales, mitos y creencias, derivadas del romanticismo, han dejado marcas profundas en la conformación de las parejas que establecieron fuertes alianzas inconcientes quedando coagulados en un tipo de relación edificada según creencias ajenas a su singularidad. Son parejas que no han podido elaborar acuerdos propios de la relación, singulares y coherentes con la época que les tocó vivir.

“El vínculo de pareja como conjunto intersubjetivo es una puesta en acto de alianzas, pacto de negativo, comunidades de renuncia atravesados por la cultura de la época que daría cuenta de la exigencia de trabajo, que implica cualquier instituído, para los miembros de un conjunto. “

 

 Entender el amor como complejidad, como un fenómeno novedoso y dinámico que implica la aceptación del otro como otro en tanto diferente, hace que los miembros de la pareja entiendan su inserción en el vínculo como sujetos del inconciente, sujetos del vínculo que arman con ese otro diferente, y sujetos de una sociedad propia de una época determinada. “Entendemos que de esa forma se podría alejar un destino de sufrimiento” (Bracchi, p. 27)

 

 

Y finalmente buscamos una película de este controvertido siglo XXI en el que nos toca vivir y trabajar, y no fue posible hallar una película de amor que fuera paradigmática de esta llamada posmodernidad. Quizás sea (además de las limitaciones propias de la autora en materia de conocimiento cinematográfico) porque  ahora hay demasiados modelos, o porque es temprano para pensar en ello, y sólo la historia dirá cómo es esto del amor, la pareja, o los amores y las parejas en este momento particular. Y como dice Moguillansky “los que venimos de la modernidad, vemos la posmodernidad como un universo sin pasiones … [----] es difícil para nosotros no caer en la desesperanza, entonando un nostalgioso tango por la modernidad perdida”.

 

 

Bibliografía citada

 

Bracchi, L. (2007) Los problemas del amor. En Actualidad psicológica, año xxxii, n 352, mayo 2007.

 

Coler, R (2004). Alain Badiou: el cine ha transformado la filosofía. En: www.lamujerdemivida.com.ar

 

Galende, E. (2001) Sexo y amor: anhelos e incertidumbres de la intimidad actual. Buenos Aires : Paidós.

 

Moguillansky, R. ((2006) La apasionada ilusión del amor recíproco, una creación de la modernidad. En Actualidad psicológica, año xxx, n 339 (mar. 2006)