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Revista del Área de Psicopatología de la Facultad de Psicología de la UdelaR (Uruguay)

 

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/SEMIOLOGÍA/

LA EXTRAVAGANCIA
Su relevancia en la práctica clínica  

Lic. María del Carmen Azpiroz

 

I- Introducción

    El Síndrome de Discordancia fue  descrito por primera vez por Phillipe Chaslin (Francés 1857-1923) quien fue Jefe de Servicio de los Hospitales de Bicetre y de la Salpetriere. Su obra se caracterizó por su tono descriptivo y de acuerdo a Juan Carlos Stagnaro (1998, p. 185); “por la creación de neologismos y el rechazo del uso de términos <esotéricos>, que criticaba a sus colegas debido a que consideraba que con ellos se ocultaban frecuentemente dudas e ignorancias”. En “Elementos de Semiología y Clínica Mentales” editado por primera vez en 1912, Chaslin recopila veinte años de observaciones clínicas para exponer, con un lenguaje claro y preciso, la semiología psiquiátrica en forma eminentemente descriptiva. La introducción del término “discordancia”, tomado del lenguaje popular francés testimonia ampliamente, esa manera de presentar sus trabajos.

    La discordancia hace alusión a aquello que es “discorde”,no conforme a una situación” “que no concuerda” y alude según Henri Ey  a lo “anárquico, incoherente y absurdo de los síntomas” (1965, p.508). Autores como Bleuler, hablan de disociación (incluso Ey, en su Tratado de Psiquiatría habla de “Síndrome de Disociación” para referirse al clásico síndrome que describe Chaslin). Sin embargo, el mismo Bleuler va a decir en 1926 en el Congreso de Ginebra que si hubiera conocido la noción de Chaslin, la hubiese adoptado en lugar de disociación ya que el primer término ilustra de manera más clara la “bizarrería” que se encuentra en la esquizofrenia. Cabe mencionar que para Lemperiére, el término “discordancia”  constituye la mejor expresión  de lo que los norteamericanos llaman bizarro.

    Los cuatro componentes del Síndrome de Discordancia son: la ambivalencia, la extravagancia, la impenetrabilidad y el desapego. Todos estos caracteres se encuentran en la esquizofrenia, en mayor o en menor medida “a lo largo de toda la enfermedad y en todas sus variedades” (Ey, H. p. 508).

    Este trabajo pretende profundizar sobre un rasgo específico de este Síndrome (la extravagancia) sobre la cual se ha escrito escasa bibliografía. Ey la define como el resultado de “una distorsión de la vida psíquica, cuya pérdida de unidad, incomodidad y malestar conducen a rodeos extraños o fantásticos que dan la impresión de una búsqueda barroca, de una serie de paradojas encadenadas caprichosamente” (Ey, H. p. 507). Llama la atención, la ambiguedad de esta y otras definiciones, por lo que se intentará delimitar este concepto.

 

II Origen y usos del término “extravagancia”.

    De acuerdo con el Diccionario de la Lengua Francesa, el término “extravagance” aparece por primera vez en dicho idioma a fines del siglo XV y proviene del adjetivo “extravagant”, el  que aparecería en 1380 y etimológicamente vendría del latín “extravagans”, que a su vez proviene de vagans, participio presente del verbo vagari (que significa errar, no en el sentido de cometer un error sino en el de caminar sin rumbo fijo).
    La lengua francesa recoge los siguientes sentidos de la palabra “extravagance”:

                 »  No incorporado ( no aceptado en los cánones).

                 »  La segunda acepción viene del siglo XVI y se refiere a algo que sale de los límites del buen sentido (o del sentido común). Es a la vez extraordinario y “desrazonable” (déraisonnable, palabra -en francés- próxima de absurdo, excesivo, insensato, irracional, irreflexivo). Sinónimos de extravagance en esta acepción son: bizarro, grotesco, excéntrico, exagerado, excesivo, irregular, retorcido.

                 »  El tercer sentido se aplica a una persona que está “fuera del sentido común” y reenvía a los calificativos de: “bizarro”, “desequilibrado”, “desajustado”, “loco”.

    En el Diccionario de la Lengua Española se encuentran las siguientes definiciones:

                 »  Acción o discurso extravagante (que habla, viste o procede así).

                 »  Excentricidad

                 »  Extraño, ridículo

                 »  Absurdo, raro.

                 »  Incontrolable.

                 »  Más allá de lo razonable. 

 

    La extravagancia como término no está circunscripta a ningún terreno en especial, es decir que, se refiere a todo el conjunto del comportamiento de una persona (que “habla, viste o procede” de forma extravagante). . En psicopatología se habla entonces, de una “presentación extravagante”, de un “discurso extravagante”, de una “conducta extravagante”, etc.

 

III La extravagancia como impresión clínica

    Una de las dificultades que presenta la extravagancia como rasgo clínico, es que a pesar de ser un signo (ya que es algo objetivamente percibido por el observador) y no un síntoma (en tanto padecimiento percibido subjetivamente por el paciente), es extremadamente dependiente del contexto sociocultural del cual el clínico proviene. Jaspers (1913,p. 97) sostiene que “al  interrogante de cuándo y porqué son anormales los caracteres, no hay ninguna respuesta posible. Tenemos que  estar conscientes de que lo anormal dicho en general no es una comprobación efectiva sino una valoración”. Sin embargo, aquello que sale de lo normal y que se aparta de las convenciones sociales y culturales es fundamental a la hora de diagnosticar un desorden mental.  Este concepto es el que emplea Alarcón (1986,p. 316), al hablar de la Singularización Interpersonal, concepto referido esencialmente a los Trastornos de la personalidad y fundamentalmente  a los trastornos esquizoide y esquizotípico (los cuales para algunos autores son simples pródromos de la esquizofrenia). Alarcón sostiene que “los <otros>, en parte intuitivamente, en parte por observación ingenua” singularizan  socialmente y rotulan de “loco y excéntrico  o raro al individuo que muestra una o varias de las características asignadas a la personalidad normal”. La extravagancia sería entonces una impresión clínica fundamental a los efectos diagnósticos.

 

IV La extravagancia en la clínica de las psicosis

    La extravagancia forma parte de un fenómeno que es común a  la psicosis: el de la transformación del contacto del paciente con la realidad que lo rodea. No es posible establecer un punto de referencia específico y único para definir la “objetividad” del mundo, por lo que como dice Adolfo Jarne (2000, p. 394) “la transformación se produce en relación con la realidad prepsicótica del enfermo y con las pautas de comportamiento social para su grupo de referencia”. Comúnmente se habla de pérdida de contacto con la realidad. De ahí que se pierdan, al menos parcialmente, los comunes semióticos que posibilitan la  comunicación humana (tanto verbal como paraverbal) que proporcionan una connotación de compartible  a la conducta del sujeto.  

    La extravagancia es, como se dijo anteriormente, fundamentalmente una impresión clínica que se basa en el singular vínculo entre el observador- entrevistador y el paciente. Ocurre que, ante la presencia de elementos del Sindrome de discordancia  (fundamentalmente la impenetrabilidad) que la distancia entre el entrevistador y el paciente da la apariencia de ser insalvable. Por otra parte, como sostiene Trostchansky (“com. pers”), es difícil delimitar cuándo estamos frente a un discurso extravagante ya que todo delirio es en sí mismo extravagante (en tanto que fuera de lo común, bizarro, etc).  De ahí que proponga  que el concepto de extravagancia deba emplearse de un modo restringido  para referirse exclusivamente a las conductas del paciente, de manera de no tornar demasiado ambiguo el término. La apreciación de la extravagancia en las conductas es relativamente fácil de ver clínicamente y la valoración de la presencia de psicosis se determina en muchas ocasiones por los graves trastornos de  conducta con los que va asociado. Vidal- Alarcón (2000, p. 293) sostienen que resulta llamativo en la psicosis “el conjunto de conductas que desde la perspectiva del enfermo mantienen total coherencia con sus procesos mentales, pero que chocan frontalmente con pautas sociales relativamente primarias de comportamiento: hablar solo, cantar, gritar, desvestirse, etc”.

 

Viñeta Clínica

Alejandro es un joven de 26 años. Es conducido al hospital (su cuarta internación) por su madre y su hermana. Se encuentra vestido con una remera de manga corta y ojotas (a pesar de que es invierno). Lleva también patentes de perros colgando en el cuello.  Camina con exagerado movimientos de caderas y con pasos excesivamente largos.  Su madre dice que Alejandro ha dejado de tomar la medicación desde hace un mes y que se comporta de manera extraña. El paciente ha salido numerosas veces desnudo a la calle y ha comido papel. Su discurso presenta hiperprosodia y paralogismos.

 

    En esta breve viñeta podemos ver fácilmente varios elementos extravagantes en el paciente: 1) en cuanto a la presentación (vestimenta y psicomotricidad), 2) en su discurso (hiperprosodia y paralogismos) y 3) en su conducta (salir desnudo a la calle y comer papel). A esto se agrega la singularización de parte de la madre quien sostiene que Alejandro se comporta “de manera extraña”.

 

V- La extravagancia a la luz de la Psicopatología actual.

    Los manuales diagnósticos norteamericanos no retoman el Síndrome de Discordancia dentro de los criterios clínicos de la esquizofrenia. El DSM IV, habla de un lenguaje y de una conducta desorganizada en la esquizofrenia: Se podría pensar que algo del antiguo concepto de extravagancia se conserva en los adjetivos “desorganizado”  e “inapropiado” de los manuales norteamericanos.

    El DSM IV (1995, p. 281) sostiene que hay una “dificultad intrínseca para establecer una definición objetiva del trastorno del pensamiento” y por eso habla de “lenguaje desorganizado” y no de “pensamiento desorganizado" ya que en el contexto clínico, las inferencias acerca del pensamiento se basan principalmente en el lenguaje del sujeto. Se podría pensar que algo semejante ocurre con la extravagancia, la cual sería -al igual que los trastornos del pensamiento- difícil de definir objetivamente. Sin embargo, el mismo manual, da ejemplos muy claros de lo que podríamos llamar un comportamiento extravagante o desorganizado: “el sujeto puede presentarse exageradamente despeinado, vestir de una forma poco corriente ( por ejemplo, llevando varios abrigos,  bufandas y guantes en un día caluroso), o presentar un comportamiento sexual inapropiado (como masturbarse en público) o una agitación impredecible e inmotivada (por ejemplo, gritar o insultar)” (1985, p. 282).

    Jaspers (1913, p.107) era consciente de la dificultad en la objetividad de estas apreciaciones sobre la conducta anormal, pero defendía su utilidad. Si nos centramos en el área semiológica de la conducta, Jaspers sostiene que aún  los desempeños “insignificantes” de la vida diaria, son relevantes para el clínico y agrega que comúnmente “esas interpretaciones las dejamos mayormente de lado a causa de su inseguridad y de su vaguedad”. Se encuentran en los antiguos psiquiatras, descripciones sobre cómo se comportan los pacientes de los establecimientos, durante las reuniones al aire libre, en la casa, en el trabajo.  Kahlbaum (1910, p111) (plantea que la conducta catatónica y también la hebefrénica se distingue por el patetismo, por la pose teatral: “los enfermos declaman y recitan con gestos extravagantes y vivaces. Son presentadas trivialidades con una expresión magistral como si se tratase de los supremos intereses de la humanidad. La actitud del cuerpo y la indumentaria son dispuestas raramente”. Jaspers (1913, p´. 610) escribe que en los estado agudos los enfermos se comportan “en forma totalmente incomprensible” y  proporciona algunos ejemplos, tales como el de un enfermo que besaba la tierra, otro que se entregaba a ejercicios militares y otros casos donde los pacientes se golpean contra la pared o adoptan posiciones curiosas.

    Se destaca a partir de este trabajo,  más allá de las diversas nomenclaturas, la relevancia y la utilidad clínica del concepto de extravagancia.


 BIBLIOGRAFÍA

 

  • DSM IV. Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales. (1997), Barcelona, Toray- Masson.  

  • Ey, H., Bernard, P. Y Brisset, CH (1965). Tratado de Psiquiatría (5 edición), Barcelona, Toray Masson

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  • Jarne, A. Talarn, A. (2000) “Manual de Psicopatología Clínica”. Buenos Aires Editorial Paidós.

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  • Jaspers, K.(1913). “Psicopatología General”. (Primera reimpresión, 1996), México. Colección de Psicología, Psiquiatría y Psicoanálisis Fondo de Cultura Económica.

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  • Kahlbaum.  Die Katatonie. En Alucinar y Delirar. Tomo 1,  (1998) Buenos Aires, Editorial Polemos.

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  • Rey, J, Rey, Alain. (1967)Le Petit Robert Dictionnaire De La Langue Francaise”.  París, Le Robert.

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  • Stagnaro, J. C. (1998) Alucinar y delirar. (1 edición) , Buenos Aires. Polemos.

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  • Vidal, G. Alarcón, R. (primera edición, 1986).“Psiquiatría”. Buenos Aires Editorial Panamericana. 

  • Buenos Aires Editorial Panamericana.

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