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Revista del Área de Psicopatología de la Facultad de Psicología de la UdelaR (Uruguay)

 

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El otro en las personalidades narcisistas

 

Marta E. Méndez

 

 

 

 El pequeño sujeto, preso en las redes de fondo del inconsciente parental o de una realidad traumática, padece la ira y las mortificaciones narcisistas, las que permaneciendo enquistadas hasta la edad adulta logran ajustarle solapadamente las cuentas…” Mc. Dougall, J. (1978)[1]

 

 

Recuerdo como expresaba Ulloa(2003)[2] aquella necesidad que aparecerá en todo proceso psicológico, de “nombrar el apellido de la angustia”. Pero así nos encontramos en los caminos inconscientes de algunos sujetos de encerrarse en su propio sufrimiento, mostrando un hábito que aprisiona al síntoma y lo que es peor, a una indiferencia desde lo psíquico, desde el mundo interno imposibilitando encontrar ese apellido. Así entonces algunos sujetos pueden llegar a la clínica a edades avanzadas totalmente sorprendidos más que de sí mismos, de la ingratitud del mundo, cansados de dar, y trayendo la ira con sed de venganza cobrando todo lo que dieron a todos quienes dieron con poderosa exactitud. Pero como dice Mc. Dougall, J. (1978)[3] es a él a quien se le cobran las cuentas.

Me ha resultado interesante pensar sobre el lugar que el otro ocupa en estas personalidades, ya que esas demandas aparecen cargadas de “entrega” y “sacrificio”, pero sostenidas desde un lugar de la omnipotencia, e invisibilidad. Encontrándome en la necesidad de pensar estos pacientes, entre tanta bibliografía, encontré en un análisis de las defensas que me resultó muy interesante donde explica que, como formación reactiva, el sujeto inviste de amor todas sus acciones de egoísmo, y sin embargo son egoístas todas las actitudes que conllevan amor (Weigle, C.)[4]. Así podemos ver como este mecanismo le permite sostenerse negando la visibilidad necesaria en reconocer que su autosacrificio no es tal. Solemos escuchar  “el otro me hace esto, soy abnegado”.  Es entonces, que esta defensa intenta encubrir su “venganza retardada” Kohut, H. (1971)[5], no solo tiene que ver con una “devolución” de los ataques recibidos, sino que explica este autor, representan un paso más allá, es decir, un intento de salir de la situación traumática. En ese conflicto agresivo, la confusión en la que cae  es que, el lugar posible de reforzar su autoestima no es CON los demás, sino por el contrario, sería confrontado descargando su agresividad en su entorno.

Pensemos entonces el dolor psíquico que estos sujetos padecen. Tal vez aquí entonces me “oculte” detrás de las reflexiones de algunos autores, pero en definitiva, sus aportes me han permitido comprender ese lugar, lo que quiero compartir. ¿Cómo es que se construye ese lugar que lo aprisiona y lo condena?

Pensando en el narcisismo, como proceso necesario en el desarrollo del sujeto, ya Freud lo definía como “una etapa necesaria en el paso del autoerotismo al amor objetal…”(Freud, S., 1909)[6] y en este texto, que podría ser su primera referencia al narcisismo y que responde a las famosas reuniones de los miércoles de la Sociedad Psicoanalítica de Viena, mas adelante explica “…El ser humano tiene en principio dos objetos sexuales, y su vida subsiguiente dependerá de a cuál quede fijado. Estos dos objetos sexuales son para cada uno la hembra y la propia persona. Y dependerá de poder liberarse de ambas, y no quedar demasiado tiempo apegado a ambas.”(Freud, S. 1909 en Korovsky, E. y otros,1999)[7]. Poderosa síntesis que nos permite pensar en todas las posibles configuraciones.

Básicamente el narcisismo patológico se sustenta en tempranas experiencias de frustración, quedando determinadas las diferencias que cada sujeto presentará, mas allá de su singularidad, y su devenir. En ese juego necesario, el niño será objeto, desde sus etapas más tempranas, de manifestaciones afectivas por parte de los seres que lo rodean, valorando principalmente el afecto desde sus figuras parentales. Es así que el otro ya aquí juega un papel fundamental interactuando con el niño. Así podrá o no, encontrarse, identificarse con la mirada de ese otro, percibiendo también los estados de ánimo que hacen a su entorno, y que, naturalmente comienzan a formar parte de sí y de su primitivo yo.

En la complejidad de estas posibles identificaciones, de estos encuentros y desencuentros, podemos pensar en la imposibilidad por parte de un otro significativo de continentar, a través de la mirada, por ejemplo, del lenguaje del cuerpo. En ese proceso de “catexis narcisista” que Hugo Bleichmar (1983) define como el complejo “ideativo-afectivo que queda formando parte de manera inconsciente de la representación global del sujeto …constituido por todas las variantes fenoménicas bajo las cuales alguien es…valorizado por el otro.” [8] se va configurando esta personalidad de singular desvalorización de sí, e investida de grandiosidad. Así, una paciente relataba su desmantelamiento real, la ropa de bebé, cuando su madre tenía ocho meses de embarazo, la donaron a alguien que no tenía nada y  “…cuando yo nací tenían muy poca ropa…”, “Papá a mi no me quiso ver cuando nací porque era otra nena…”(paciente de un seguimiento en la pasantía “Intervenciones a partir del Hospital Psiquiátrico”. Área de Psicopatología. Facultad de Psicología de la UdelaR).

Entre otros autores, Rafael Paz (1999)[9] sostiene que en el proceso de desprendimiento de la magia infantil, se va dando un aprendizaje de la realidad, pero éste transcurre sobre una contradicción “fundamental existente entre la objetividad de las limitaciones del individuo (necesitando de los demás)…y el contexto ideológico valorativo que tiende a encubrir esas relaciones de dependencia” (Paz, J. R. 1999)[10] así entiende, se retroalimentan los niveles de omnipotencia de los individuos, perturbando el proceso de duelo de un reconocimiento de las necesidades y limitaciones y agrega más adelante “Desde la psicopatología y desde el sistema de la personalidad, lo que nos corresponde destacar en este punto es la zona de conflicto que se extiende entre los supuestos “poder hacer”…y las posibilidades reales de concreción que existen…los núcleos megalomaníacos infantiles encuentran un albergue en aquellos (“poder hacer”)”[11] (Paz, J.R. 1999)

Podemos pensar que estos pacientes se van formado con un pobre concepto de si mismos, pero se invisten de una grandiosidad que les permite “compensarlo”.  Por ello, ante esta valoración, está la contracara, esta vivida como desatención de las figuras mas cercanas determinaría entonces una falla impregnando sus huellas de experiencias de rechazo y abandono. “En los padres la desatención podrá ser defensiva, para evitar sufrimiento, pero en los hijos constituirá un déficit primario” Bleichmar, H.[12]

Ante ello, el sujeto procuran en su vida, buscar mediante su investidura narcisística, evitar  el dolor que esa herida de desatención hace a su propio yo como falente. El otro, como vemos es puro reflejo del interior de su Si Mismo. Proyecta así aspectos idealizados o desvalorizados, pero el otro, real, no siempre entra en juego. Fundamentalmente, debemos tener en cuenta que ese conflicto narcisista se basa en la separación del objeto, y sus defensas se ponen en juego “ante cualquier inminente separación entre el self y el objeto” (Rosenfeld, H., 1978)[13]. Y frente a esto despliega su agresividad. Una constante es la proyección de cualidades negativas en el objeto. Por esto, todo quien comparte algo con estos pacientes sufre esa depositación de lo malo en su vínculo, también con la posibilidad de idealizarlo, lo que no dura mas que un breve lapso. Esa necesidad de desvalorizar forma parte de su necesidad de mantenerse omnipotente, y esto a toda costa.

La oscilación de su personalidad, la dificultad de hacer contacto con sus sentimientos, hacen del encuentro un espacio difícil y desafiante.  La tranferencia y contratranferencia deben ser consideradas especialmente, desde su “entrega” a aceptar los señalamientos, lo que es difícil, así como nuestros sentimientos. Aparece en ocasiones la descalificación de quienes entrevistamos, la que se manifiesta sutilmente, o manifiestamente.

La posible independencia o aparente autonomía, suele acompañarse de un vínculo dependiente hacia los demás, sometiéndose en ocasiones en  su vida conyugal, familiar. Raggio, V. (1999) sostiene que en estas personas la dialéctica contacto-separación está severamente distorsionada: “fusionarse con el objeto es lo más deseado a la vez que lo más temido” [14]. Así puede suceder que en la clínica cuando comienza hablando de sí inmediatamente llena su discurso con el otro, habla del otro y no de sí. Se diferencia del otro, pero a la vez se indiferencia.

Es que separarse representaría talvez, vivenciar la necesidad del objeto y esto implica reconocer como diferencia de uno mismo, “…esto incita al odio, agresión, culpa persecutoria y la insoportable presencia de la envidia que le lleva el contrastar la importancia y el valor del otro con el vació y la desvalorización propia.” (Bleichmar, H. 1983)[15]

En ocasiones estos pacientes suelen referirse a si mismos en tercera persona parece ser como una forma que encuentran efectiva de referirse a un “otro yo” que está afuera, precisamente, en el otro, un yo del otro, que toma las decisiones erradas, o asume actitudes perversa, con un poco probable reconocimiento de sí en tanto deposita en el otro y cuando no puede, escinde su Yo depositando en uno lo malo y en otro lo bueno.

Para finalizar, es imprescindible pensar como los hombres devenimos en esta posmodernidad, y que las valoraciones también se construyen hacia y desde lo inconsciente. Esta época el individualismo, la competencia, la inmediatez, la sobre valoración de la imagen, son todos sinónimos de narcisismo, ya que lo producen. “No es difícil imaginar, además, que la disolución de los valores, el debilitamiento de los lazos familiares, condicionan un desvalimiento ascendente de aquellos que recién advienen al mundo, con lo que, desde los orígenes, el sujeto resultará suficientemente desmantelado…”[16]  Y aquí presentamos tal vez, lo extremo de un padecer que se encuentra en grandes dosis en nuestra sociedad, no necesariamente todos los narcisistas son “trastornos de la personalidad” pero están más presentes de lo que a veces queremos ver, por ejemplo, en las mal llamadas depresiones, como derrumbes de ese lugar construido por las desavenencias del afecto, compartiendo la expresión de Green quien dice “…el prototipo mítico del paciente de nuestro tiempo ya no es Edipo sino Hamlet.”[17]

 

 

Citas bibliográficas

 

[1] Mc. Dougall, J. (1978) “Alegato para una cierta anormalidad” Editorial Paidos

2 Visita al Aula Magna como presentación de su libro

3 Mc. Dougall, J. ((1978) “Alegato para una cierta anormalidad” Editorial Paidos)

4 Weigle, C. “El Rorschach en trastornos narcisistas” Editorial Guadalupe, Buenos Aires

5 Kohut, H. (1977) “Análisis del Self”, Buenos Aires: Amorrortu

6 Freud, S. Protocolo N°86 de la Sociedad Psicoanalítica de Viena, de 10 de noviembre de 1909, en Korovsky, E., Herrera, M. Perdomo, W. Pittaluga A. Rapetti R y Ruival, T (1999) “El Concepto de Narcisismo en la obra de Freud”, Uruguay:Psicolibros

7 Freud, S. Protocolo N°86 de la Sociedad Psicoanalítica de Viena, de 10 de noviembre de 1909, en Korovsky, E., Herrera, M. Perdomo, W. Pittaluga A. Rapetti R y Ruival, T (1999) “El Concepto de Narcisismo en la obra de Freud”, Uruguay:Psicolibros

8Bleichmar, H. (1983) “El narcisismo, Estudio sobre la enunciación y la gramática inconsciente” Buenos Aires: Nueva Visión

9 Paz, J. R. (1999) “Psicopatología, sus fundamentos dinámicos” Buenos Aires: Nueva Visión

10 Paz, J.R. (1999) “Psicopatología, sus fundamentos dinámicos” Buenos Aires: Nueva Visión

11 Paz, J.R. (1999) “Psicopatología, sus fundamentos dinámicos” Buenos Aires: Nueva Visión

12 Bleichmar, H. (1983) “El narcisismo. Estudio sobre la enunciación y la gramática inconsciente”

13 Rosenfeld, H. (1974) “Estados psicóticos”, Buenos Aires: Horme

14 Raggio, V. (1999) “Técnica Psicoanalítica- Su fundamentación práctica” Montevideo: Psicolibros

15 Bleichmar, H. (1983) “El narcisismo. Estudio sobre la enunciación y la gramática inconsciente”

16 Raggio, V. (1999) “Técnica Psiocanalítica. Su fundamentación práctica” Montevideo: Psicolibros

17 Green, A. “De Locuras Privadas” Buenos Aires, Amorrortu

 

 

Bibliografía Consultada

 

Freud, S. “Conferencias de introducción al psicoanálisis –Conferencia Nº 26:  La teoría de la libido y el narcisismo” (1917), Amorrortu Obras Completas, Tomo XVI

 

Freud, S. Introducción al narcisismo (1914) Obras completas T.VII, Editorial Amorrortu

 

Kernberg, O. (1978). Trastornos graves de la personalidad. México :Ed. Manual Moderno

 

Kohut, H.(1971), “Análisis del Self” Buenos Aires: Amorrortu

 

Kohut, H. (1980) “La restauración del sí mismo” Buenos Aires: Paidos

 

Mc. Dougall, J. (1978) “Alegato por una cierta anormalidad”, Editorial Paidos

 

Mc. Dougall, J. (1982) “Teatros de la mente. Ilusión y verdad en el escenario psicoanalítico” Tecnipublicaciones S.A. Madrid

Paz, J. R. (1999) “Psicopatología, sus fundamentos dinámicos” Editorial Nueva Visión, Buenos Aires

 

Raggio, V. (1999) “Técnica Psicoanalítica- Su fundamentación práctica” Editorial Psicolibros, Montevideo

 

Rosenfeld, H. (1971) “Aproximación clínica a la teoría psicoanalítica de los instintos de vida y muerte: una investigación de los aspectos agresivos del narcisismo” Rev. Uruguaya de Psicoanálisis T XIII Nºs. 2 y 3

 

Rosenfeld, H. (1978) “Estados Psicóticos” Ediciones Horme, distribución en Buenos Aires de Paidos

 

Weigle, C. (1998) “Cómo interpretar el Rorschach” Editorial Guadalupe, Buenos Aires

 

Weigle, C. “El Rorschach en trastornos narcisistas” Editorial Guadalupe, Buenos Aires

 

 

 

 



[1] Mc. Dougall, J. (1978) “Alegato para una cierta anormalidad” Editorial Paidos

[2] Visita al Aula Magna como presentación de su libro

[3] Mc. Dougall, J. ((1978) “Alegato para una cierta anormalidad” Editorial Paidos)

[4] Weigle, C. “El Rorschach en trastornos narcisistas” Editorial Guadalupe, Buenos Aires

[5] Kohut, H. (1977) “Análisis del Self”, Buenos Aires: Amorrortu

[6] Freud, S. Protocolo N°86 de la Sociedad Psicoanalítica de Viena, de 10 de noviembre de 1909, en Korovsky, E., Herrera, M. Perdomo, W. Pittaluga A. Rapetti R y Ruival, T (1999) “El Concepto de Narcisismo en la obra de Freud”, Uruguay:Psicolibros

[7] Freud, S. Protocolo N°86 de la Sociedad Psicoanalítica de Viena, de 10 de noviembre de 1909, en Korovsky, E., Herrera, M. Perdomo, W. Pittaluga A. Rapetti R y Ruival, T (1999) “El Concepto de Narcisismo en la obra de Freud”, Uruguay:Psicolibros

[8]Bleichmar, H. (1983) “El narcisismo, Estudio sobre la enunciación y la gramática inconsciente” Buenos Aires: Nueva Visión

[9] Paz, J. R. (1999) “Psicopatología, sus fundamentos dinámicos” Buenos Aires: Nueva Visión

[10] Paz, J.R. (1999) “Psicopatología, sus fundamentos dinámicos” Buenos Aires: Nueva Visión

[11] Paz, J.R. (1999) “Psicopatología, sus fundamentos dinámicos” Buenos Aires: Nueva Visión

[12] Bleichmar, H. “El narcisismo. Estudio sobre la enunciación y la gramática inconsciente”

[13] Rosenfeld, H. (1974) “Estados psicóticos”, Buenos Aires: Horme

[14] Raggio, V. (1999) “Técnica Psicoanalítica- Su fundamentación práctica” Montevideo: Psicolibros

[15] Bleichmar, H. “El narcisismo. Estudio sobre la enunciación y la gramática inconsciente”

[16] Raggio, V. (1999) “Técnica Psiocanalítica. Su fundamentación práctica” Montevideo: Psicolibros

[17] Green, A. “De Locuras Privadas” Buenos Aires, Amorrortu