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Revista del Área de Psicopatología de la Facultad de Psicología de la UdelaR (Uruguay)

 

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PSICOANALISIS/

                                                     

 

El  psicoanálisis y la verdad

 

                                                                                             

Álvaro Couso

 

 

 

                                                               “es amarga la verdad

                                                         quiero echarla de la boca”

                                                                                    Quevedo

 

 

                                                       “La verdad mía. Fin de lo quefui”

                                                                                     R. Joao Guimaraes

 

 

 

                     

 

            A lo largo de la historia, el pensamiento científico, filosófico, religioso ha hecho hincapié en el concepto de la verdad. Un viejo líder, político argentino, parafraseando a Aristóteles, sostuvo en su momento que no hay otra verdad que la realidad. Así la sentencia reducía en su condensación la idea y su representación. Resumía la correspondencia entre la proposición y los hechos.  Viejo ideal platónico de identificar la cosa a su nombre, anticipaba aquello que T. de Aquino vendría a definir con su “adeaquatio res intelecto” remitiendo -como anteponíamos- la verdad a la adecuación del juicio con su referencia. Pero sobre todo al ser del objeto en si mismo, no al intelecto que daba cuenta de él. Por el contrario –mucho tiempo después- Wittgenstein al proponer que el lenguaje sea entendido como una proposición lógica, lo convierte en una figura de la realidad, por lo que no sería necesaria ya, una correlación entre aquello a lo que el lenguaje se refiere y lo que encontramos en el mundo. La diferencia entre una concepción y otra  radica entonces en la forma en que ha de considerarse la idea. Por fuera de esta disyunción Freud viene a concebir, a leer la verdad como un efecto de la sexualidad. Más precisamente de la castración: “Lo que descubren los niños es casi siempre la verdad; esto es la existencia de la vagina…” (2) La universalidad de la proposición fálica caracterizada por la existencia de seres portadores de un pene se sostiene en la condición de la no excepción. La  anomalía que viene a desmentir la creencia del “todos” es  producto de una operación que tiene al hombre, más precisamente al padre, como agente de esa diferencia. He ahí  en el origen del mito, la neurosis. Una pérdida que es efecto de una sanción moral. Un discurso que se organiza en torno a una falta posible, previsible, a una ausencia imaginaria, que sin embargo no conlleva otra realidad que la existencia de otro sexo. Desconocido para el niño. Hasta ese tiempo de la observación, de la comprensión, Hay uno, sólo Uno. El descubrimiento, la ausencia, realidad de una privación, es condición suficiente de un interrogante que cae sobre la proposición universal “todos tienen pene”, por lo tanto “hay alguno que no lo tiene”. No obstante, ese no tener como decíamos, es fruto de un acontecimiento, de la castración. La pérdida es el producto del deseo y su interdicción, no de una condición “natural”… La castración real como acto punitorio al incesto sólo era concebida en Egipto y  en la India, a aquel que desobedecido las leyes de Manú, (cita que tomo de Lacan, Seminario Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis) debía cortar sus genitales y con ellos en sus manos caminar hacia el oriente buscando purificación…

Ahora bien, tenemos el universal positivo (todos tienen), en el otro extremo del universal, en el negativo, ningún sujeto es portador del atributo (no hay quien tenga). Pasamos de un mito a otro. Del mismo modo que pasamos del órgano al símbolo. Del pene al falo.

El discurso de la histeria vendrá –como anteponíamos-  a complementar, en el extremo opuesto esta creencia, a dar lugar a la formulación opuesta del universal, proponiendo la castración como condición del conjunto que caracteriza a todos los hombres. No obstante  sostiene una excepción, hay Uno que escapa a esta determinación. El padre.

 

Su escritura   el agente        el Otro                $                   S1     

                      la verdad     el producto            a                   S2

                                                                           impotencia

 

Formula en la que se lee que el sujeto al interrogar al Otro, al significante, produce un saber y un plus de goce que viene al lugar de la verdad. Un saber sin verdad, una verdad que alojará al saber. Un saber sobre la verdad, sólo cuando este discurso troque en el discurso analítico. Pero no nos adelantemos… Decimos un saber, una articulación significante, que hincando su fuente en la repetición del rasgo unario hace de medio al goce. Una verdad que no puede decirse toda en tanto el goce funciona como su límite. Si para Freud como hemos anticipado la verdad es consecuencia del reconocimiento de la ausencia de pene en la niña, para Lacan la verdad es así mismo el velo que recubre esa castración, es la imagen misma de la impotencia, ya que esa relación entre lo simbólico y lo real ha sido mediada por el semblante. Frontera de toda la realidad que el sujeto forja de su mundo. Así la paciente de Freud, Dora, al plantear su pregunta existencial ¿Que es ser mujer? Sólo puede responder a ella identificándose al Sr. K, a aquel que es portador del falo, pretendiendo asumir de este modo lo que no puede simbolizar (¿que la hace deseable?). Deseando a la Sra. K, desde esa identificación imaginaria al hombre hace cobrar sentido a su pregunta y a sus síntomas… Lo que el psicoanálisis viene a mostrar es que hay un saber que no se sabe, que el que sabe es el Otro y no el sujeto, aprehender ese saber, llegar a aprender es efecto de un trabajo que tiene un costo, el goce. Pero he ahí que el Otro no lo sabe todo, por ejemplo no sabe nada de la muerte, es más si el significante es fálico y por lo tanto la libido masculina, la mujer sólo puede llegar a ser y por lo tanto tener un inconsciente desde “donde la ve el hombre” (3) No hay significante del otro sexo. “El otro sexo está soportado por el sínthoma” (no olvidemos su etimología: esta palabra griega compuesta por el prefijo syn = con, y ptóma = caída, lo que cae junto, coincidentemente)  es más “el sínthoma es el sexo al que no pertenezco”. “Una mujer es para todo hombre un sínthoma” (4) Incluso tan es así que Lacan reformulara este concepto diciendo:”Hay un synthome él y hay un synthome ella. Es todo lo que queda de lo que se llama la relación sexual” (5), de la no relación sexual.

Retomemos Aristóteles (6) para él, los enunciados categóricos que componen las premisas y las conclusiones varían según la cantidad y la cualidad. Diferenciándose por ser universales o particulares, afirmativos o negativos. El silogismo surge de la relación de dos premisas y una conclusión. Las premisas poseen tres términos: Sujeto (clase o conjunto), Predicado (aquello que se afirma) y un termino común entre ambas llamado Cópula. Su validez es determinada por los siguientes factores: Si las premisas son verdaderas el resultado debe ser verdadero, si una premisa es negativa la conclusión ha de ser negativa, por lo menos una de las premisas debe ser afirmativa, si una premisa es particular la conclusión debe ser particular, el término medio debe ser universal por lo menos una vez, si un término es universal en la conclusión, lo debe ser en la premisa correspondiente. De modo tal que: la lógica cuantificadota sostiene que a) todo S es P, b) ningún S es P, c) algún S es P, d) algún S no es P.  Mientras que  a y b son contrarios, c y d son subcontrarios,  contradiciéndose a y d (negación de lo que se afirma, oposición que destituye aquello que se asevera)     

Partimos de la premisa universal positiva “todos los seres tienen pene”, y pasamos – por el descubrimiento de la diferencia anatómica de los sexos a la particular negativa, “alguno no lo tiene”. Desde el discurso de la histérica observamos como se conforma la premisa universal negativa “no hay hombre que no x” “no hay hombre que no este castrado”, “para todo hombre la castración” de modo tal que la excepción caerá exclusivamente en el particular negativo “hay uno que no x”, “existe un hombre que no esta castrado”. Eso sostiene la creencia.  Esta formula que no cesa de escribirse (7) soporta el nombre del padre al que todo hombre viene a identificarse a fin de asumir la función. He ahí una paradoja. Si para el niño no hay quien no tenga pene y si para la histérica todos los hombres están castrados menos uno, será ese en definitiva al que todos los hombres se identificarán a fin de comprometerse con su potencia. Hablamos por supuesto de la dimensión fantasmática, si en cambio nos refiriéramos al  síntoma, y ya ubicada la histérica como deseable por el padre, éste habría devenido deseante, es decir en falta, castrado. He ahí una solución de compromiso, simultánea, admitida por una “aufhebung” operatoria, servicial a la creencia. Latente. En la prosecución de este razonamiento Lacan determinará la condición del sujeto, (radicalizando su interrogación a la lógica formal) sustituyendo las relaciones estructurales de inclusión (para la conformación de las clases) por una relación de “exclusión” primordial (8). Sirviéndose del rasgo, mama, de aquel significante que identifica a los mamíferos, hace por su exclusión del conjunto de los vertebrados la diferencia que los agrupa, por la misma razón podrá postular, que como hecho, pueda faltar en algunos de los elementos del conjunto –los machos- (aporías de la lógica); es en esta perspectiva que si el sujeto es pasible de constituirse a partir de la ausencia del trazo, podemos concebirlo como menos uno. El trazo vendrá siempre desde el Otro, por identificación.

Por fuera de la formalización lógica la enunciación dice que el amor es “dar lo que no se tiene a quien no lo es”… Un ser de semblante, que aparece como objeto encarnado sobre la base de una ausencia. Un significante representando un sujeto para otro significante, efecto sincrónico del sujeto en la diacronía del discurso.

Pero decíamos, que la verdad surge del reconocimiento de la diferencia, también sus  formas más radicales de negarla. Desde la desmentida  a la forclusión.   

La identidad, lo que permanece igual a si mismo, lo que no cambia, incluso más allá de la apariencia, lo invariable, aquella de los “indiscernibles” (9), esa forma que sostiene el “principio de no contradicción” aquel que afirma que una cosa es y no puede no ser al mismo tiempo, esa persistencia de la unicidad del ser, la que consiente que se diga; “mi mismo”(10) incluso aquella que para Hegel se producía como “la identidad con lo no idéntico”, introduciendo por la disimilitud dialéctica la “verdadera identidad”, se sostiene en la esencia del ser como inmutable. Una observación aún, Frege otorga coincidentemente “valor de “verdad” (11) a la referencia, y a los enunciados que dentro de un estado de cosas satisfagan su sentido.

“Hombres, escuchad, os doy el secreto. Yo la verdad hablo” con esta afirmación Heráclito habiendo introducido en la complejidad de la identidad lo diverso, hace que la verdad hable, no el yo que la dice, “no escuchándome a mi, sino al logos” (12). Puede observarse desde esta perspectiva la equivalencia que existe entre la verdad y el logos que subsume del mismo modo la palabra y la realidad (13) sin que cada uno de estos conceptos pueda –aún- distinguirse entre sí.

Ahora bien, la afirmación, los desarrollos, de todas estas ideas son interrogados por el reconocimiento de la ausencia del pene en la niña. El conjunto a fin de constituirse no sólo se determina por aquello que lo define sino también por la exclusión de un elemento que le es extraño. Diferencia entonces que establece y da consistencia al conjunto, la excepción decíamos, que confirma la regla. No obstante esa diferencia devenida “monstruosa” (14), intolerable constituye la consistencia misma de la subjetividad.

No obstante como anticipábamos, no nos adelantemos, y retomando la definición de identidad  que veníamos desplegando, hagamos hincapié en su estructura lógica, el signo con que se reconoce la identidad (=) es relativo, un verbo transitivo que une términos singulares para establecer una sentencia. Subrayemos la relatividad y la singularidad de la operación.

Un paso aún, y definimos las modalidades en que la verdad se presenta. Para Aristóteles Necesario es aquello que no puede no ser, ni ser de otra manera, en suma lo que no puede ser falso, la Imposibilidad es aquello que es contradictorio en si mismo, la Contingencia es lo que no existe en función de su propia esencia y por último la Posibilidad es la probabilidad de que acontezca uno de dos sucesos contradictorios.

Lacan redefine las cuatro proposiciones a partir de su concepción de la escritura, y sus límites (toma como referencia los teoremas de Gödel donde se interroga la consistencia de los procedimientos de formalización, las demostraciones, suspendiendo la consideración de valor, verdadero o falso y sustituyéndola por la noción de derivación) (15). La consideración del padre simbólico como exterior a la ley, y como condición de la misma, disocia lo Universal de la Existencia. (16) Por lo cual la universal afirmativa que inscribe la ley y la particular negativa que le da sentido, determinando el orden de la escritura no se modificarán, acordando con la concepción clásica,  en cambio con la universal negativa y la particular afirmativa no ocurre lo mismo, al situarse la universal en el plano de la ley, la negación no caerá más que sobre el “carácter de la ley” (17), distinguiendo, como anticipábamos, la existencia de la ley y excluyendo la posibilidad de que algo la contravenga. Hay un obstáculo insalvable, constitutivo de lo simbólico, no puede dar cuenta del agujero que él mismo genera, el significante fálico determinante de la no relación sexual es la imposibilidad misma que instaura lo real. La universal negativa vendrá a decir entonces que hay un elemento simbólico que no cae bajo la ley, en tanto que la particular positiva no contradirá la ley. Disociación del Universal de la Existencia (campo de lo real), los cuales ya no se implican más allá de la relación esencial que se plantea entre ellos.

El universal afirmativo aquel que constituye lo posible, es definido como lo que “Cesa de escribirse”. La ley. Lo que resulta para un sujeto de su identificación simbólica. Mientras  que su par contradictorio, el particular negativo “lo que no cesa de escribirse”  el padre simbólico, la ley como ley efectiva, se expresará en realidad como síntoma.

El otro par, constituido por el universal negativo, el no todo, la cosa, lo que “cesa de no escribirse”,llamado también el acto sexual, el encuentro con el objeto en el mundo no se contradice, se vuelve indecidible (18) en relación al particular afirmativo, al  falo como significante, lo real, a eso que es descrito como “lo que no cesa de no escribirse” (19), lo que no terminará nunca de instalarse en la lógica ni en el mundo, en definitiva lo que no existe.

Nos informa la doxa:

        «… no nos importa nada, que invente las respuestas que entienda, con tiempo y paciencia, más la aplicación  adecuada de ciertas técnicas, acabará llegando a lo que pretendemos oír” (20)

Nos afirma la episteme                        

            “…las medias palabras existen para decir lo que las enteras no pueden” (21)

En la perspectiva de las conjeturas que hemos venido desarrollando, determinando incluso, los intentos formalizadores, la verdad para cada sujeto no tiene otra consistencia, como hemos visto, no es otra cosa que el producto necesario de sus formaciones del inconsciente. Allí lo llevan sus síntomas, sus sueños, sus lapsus…Allí lo dejan envarado enigmáticamente a su historia y al porvenir de sus fantasmas…

 

 

Referencias bibliograficas

 

(1) L. Wittwgstein Tractatus logico-philosophicus Tecnos 2002 Madrid

(2) S. Freud La organización genital infantil Pág. 1177 Tomo I Biblioteca Nueva 1963

Madrid

(3) J. Lacan Seminario XX Aún clase 20/3/73 Pág. 121 Paidós 1895 Barcelona

(4) J. Lacan Seminario XXIII El sínthome  clase 17/2/76 Pág. 99 Paidós 2005 Argentina

(5) J. Lacan  9º Congreso de Paris de E.F.P. Lettres de L´Ecole Nº 25 Pág. 220 1978 Paris

(6) Aristóteles Obras Completas Tomo III Primeros Analíticos Omega 1967 Buenos

     Aires

(7) J. Lacan Seminario XX Aún clase 10/4/73 Pág. 114 Paidós 1985 Barcelona

(8) J. Lacan Seminario La identificación clase 17/3/72 Inédito

(9) G. Leibniz Monadología Pág. 101-2 Pentalfa 1981 Oviedo

(10) D. Hume Tratado de la naturaleza humana Libro I Pág. 397-400 ED. Nacional 1981  Madrid

(11) G. Frege Escritos lógico-semántico Pág.37 ED. Tecnos 1974 Madrid 

(12) Heráclito Fragmentos Nº 50 La Razón Ardiente 1956 Buenos Aires

(13) G. Calogero Giornale critico de la filosofia italiana 1936 Italia

(14) G. Deleuze Différence et répétition Pág. 44 puf  1976 Paris

(15) J. Lacan Seminario XIX O Peor Clase 12/1/72 Inédito

(16) A. Juranville Lacan y la filosofía Pág. 253 Nueva Visión 1992 Argentina 

(17) Ibíd.

(18) J. Cortés Morató y A. Martínez Riu. Diccionario de Filosofía: Teorema de Church 1936 “Un sistema formal es indecidible si no dispone de un algoritmo o procedimiento de decisión para determinar, en un número finito de pasos, si un enunciado o fórmulade este sistema es un teorema del mismo. La lógica de enunciados es decidible, dado que dispone de un medio mecánico, las tablas de verdad, para poder determinar, para   cualquier fórmula dada, si es o no una verdad lógica, una contradicción o una contingencia”. Editorial Herder S.A. 1996 Barcelona

(19) J. Lacan Le savoir du psychanalyste Entretiens de Sainte Ane Clase 1/6/72  Inédito.

(20) J. Saramago Ensayo sobre la lucidez Pág. 41 Alfaguara 2005 Argentina

(21) Ibíd. Pág. 354